Slim se codea con la élite filantrópica internacional
Elisabeth Malkin
El Universal
Viernes 29 de junio de 2007
Carlos Slim Helú podría ser el hombre más rico del mundo. Y en México, donde decenas de millones de personas viven en la pobreza, sin aparente salida, esa distinción ha provocado cierto malestar.Las empresas de Slim dominan la industria mexicana de las telecomunicaciones y han vendido celulares a 130 millones de personas en el continente americano. Sus negocios abarcan prácticamente todos los sectores: una compañía construyó la principal plataforma mexicana en el exterior; otra vende CD.
Tiene intereses en las áreas de ventas al menudeo, bancaria, de seguros, minería, construcción de caminos y hasta cigarros.
Ante la desigual distribución de ingresos que prevalece en México, Slim se ha convertido en el rostro de la pequeña élite que controla amplias secciones de la economía. Por ello, ha sentido la presión a ceder gran parte de su enorme fortuna. Hace tres meses, se comprometió a incrementar los fondos para las fundaciones creadas por sus empresas, de 4 mil millones de dólares, a 10 mil millones en los próximos cuatro años. Promete invertir dinero en educación y salud, y ha empezado a frecuentar el circuito filantrópico internacional, hablando en conferencias y codeándose con Bill Clinton y algunos de los Kennedy.
En una entrevista reciente en sus oficinas en la ciudad de México, Slim prometió que sus donaciones no tendrían un «tope». «Queremos llegar a la raíz de los problemas, sin límites», afirmó, para luego añadir: «Es un proyecto de vida, un reto».
«La pobreza se resuelve con educación y empleos», añadió. «No necesitas enseñar a un hombre a pescar, como decían los chinos. En vez de darle los peces, o de enseñarle a pescar, tienes que enseñarle a vender los pescados, para que coma algo más que pescado».
Para eso, dijo, antes que la educación se necesita una buena atención médica, empezando con la nutrición de las mujeres embarazadas. Los escépticos argumentan que el valor de la filantropía de Slim tiene que ser sopesado con el daño que su monopolio telefónico hizo a la economía.
«Hasta cierto nivel puedo aplaudir su filantropía», dijo Denise Dresser, analista política y profesora del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), «pero sería mejor para México si, por principio de cuentas, dejara de bloquear a la competencia».
Slim, de 67 años, ha traspasado las operaciones diarias de sus empresas a sus hijos y yernos.
Rossana Fuentes-Berain, directora de Opinión en el diario mexicano EL UNIVERSAL, quien ha dado seguimiento a la carrera de Slim en los últimos 15 años, dijo que éste «tiene mucho dinero y puede pensar en cosas más grandes. Quiere ser parte de ese mundo donde hacer dinero no es un fin por sí mismo».
Hijo de un inmigrante libanés, Slim se volvió rico al comprar compañías baratas y darles un giro. Su ascenso a los primeros lugares en la lista de los millonarios comenzó después de que el gobierno vendió el monopolio Teléfonos de México, en 1990, a un grupo que él encabezaba con France Telecom y lo que entonces era Southwestern Bell.
Este año, la revista Forbes lo colocó en la segunda posición en su lista de personas más ricas del mundo, con una fortuna neta calculada en 53 mil 100 millones de dólares. Sin embargo, Sentido Común, una publicación mexicana en internet, aseguró que Slim es ya el hombre más rico del mundo con una fortuna de 57 mil millones, por encima de Bill Gates, de Microsoft.
En el camino, ha bloqueado a nuevos competidores y los esfuerzos del regulador mexicano antimonopolios en las cortes, además de que ha cabildeado contra legisladores que podrían ponerle un hasta aquí. Slim admitió que Telmex posee 90% de las líneas telefónicas en México, pero aseguró también que «nunca nos hemos opuesto a la entrada de un competidor. Que vengan».
Slim no se disculpa por la fortuna que posee. La riqueza, dice, es como «un huerto», dijo.
«Hay que distribuir la fruta, no las ramas. Hay que sembrar más semillas para crear más riqueza», sostuvo.